Cuando veo esta fotografía recuerdo los momentos en Irlanda. En ese pequeño pueblo, Wicklow. Tantos momentos...y tan buenos.
El día en el que saqué esta foto llegué más tarde de lo normal a cenar a casa. Ese día lloré unas cuantas lágrimas sentada ahí, en el muelle. Y luego pensé, jolín, qué desgraciada soy que estoy aquí sola en plan mártir, lo que tengo que hacer es llamar, hablar, compartir y echar de menos, pero no en soledad. Gracias a no sé exactamente que, tuve unas compañeras, a las que considero ahora amigas, que fueron estupendas, que arrimaron el hombro y me abrazaron cuando más lo necesitaba. ME ENSEÑARON A SABER ECHAR DE MENOS.
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